Una vida dedicada a los niños en el Colegio
El personal del Colegio acompañó a la Seño Mari Ángeles Sánchez en la celebración de su jubilación
En la tarde del día 15 de octubre se celebró en La Ermita una Eucaristía de acción de gracias al Señor por una vida de entrega dedicada a la educación, la de la seño Mari Ángeles, con motivo de su jubilación.
En este acto religioso ella estuvo acompañada de su marido, hijos, nietos, religiosas y compañeros, bajo el manto de la Virgen de Gádor.A continuación el personal del Colegio le organizó con mucho cariño y detalle una cena en la que se puso de relieve todo el afecto que se siente por ella. La seño Mari Ángeles lo vivió todo intensamente con mucha satisfacción y emoción.
La seño Mari Ángeles Sánchez Alías fue la primera profesora seglar que entró a formar parte del Colegio de La Ermita hace 43 años. En 1978, recién terminados sus estudios, su padre y ella fueron a darle las gracias a la Virgen de Gádor y a ofrecer su titulación a las monjas para poder trabajar en el colegio. Precisamente fue sor Pilar Burgos, la misma que está presente en el acto de jubilación, quien la recibió. Las religiosas confiaron en ella para la tarea que debía realizar y empezó a formar parte de la familia del Colegio Nuestra Señora de Gádor.
Ella, con mucho entusiasmo, tesón, ilusión, cariño y dedicación, ha desarrollado su labor de formar y educar a muchas generaciones en las que ha dejado una huella muy marcada como excelente educadora. Sus cualidades de mujer alegre, responsable, trabajadora, constante y exigente han hecho posible a lo largo de tantos años el contagiar en sus alumnos el deseo de Madre Trinidad de que todos los niños conozcan a Jesús y lo amen a través de una educación desde el corazón, transmitiéndoles valores para hacerlos personas de bien, personas de Dios.
La seño Mari Ángeles es un gran ejemplo de constancia, de compromiso, de estar siempre como verdadera madre sacando lo mejor de sus alumnos y pendiente de su formación para afrontar positivamente los retos futuros, sabiéndose heredera del carisma de nuestra congregación.
Le agradecemos su gran vocación y el servicio prestado a la enseñanza y le deseamos mucha salud y felicidad para seguir saboreando y disfrutando del gran regalo de Dios que es la vida. Que Dios la bendiga por el trabajo bien hecho y por la huella que ha dejado en sus alumnos y en todos los que hemos convivido con ella durante tanto tiempo.